Skip to content

Sobre el Nobel Yamanaka

Su metodología permite obtener células pluripotentes inducidas, similares a las embrionarias

El pasado día 8 de octubre se anunció la concesíón del Premio Nobel en Fisiología o Medicina 2012 a John B. Gurdon y Shinya Yamanaka «por el descubrimiento de que células maduras pueden ser reprogramadas para llegar a ser pluripotentes».

El trabajo pionero de Gurdon se remonta a 1962 cuando clonó, por primera vez, una rana a partir del núcleo de una célula del intestino de un renacuajo. La indudable e inestimable contribución del profesor Yamanaka es mucho más reciente, podría decirse de los últimos diez años. Ha puesto a punto una metodología que permite obtener células pluripotentes inducidas, similares a las embrionarias, pero partiendo de tejidos adultos sin recurrir a la generación y/o destrucción de embriones, humanos si fuera el caso. Por otra parte, la aportación del profesor Ian Wilmiut que, en su momento, logró la clonación con éxito, también mediante transferencia nuclear, del primer mamífero, la oveja “Dolly” (nacida en 1996), y que tantos titulares suscitó, no ha sido estimada tan relevante por la Academia Sueca. Este investigador, que en la actualidad preside el Centro Escocés de Medicina Regenerativa en la Universidad de Edimburgo, anunció en el año 2007 que abandonaba la técnica de clonación mediante transferencia nuclear y que pasaba a utilizar la metodología iniciada por el profesor Yamanaka, tanto.por razones de tipo práctico como ético. Este hecho fue visto como un honesto implícito reconocimiento de que su técnica no iba a competir con éxito con los entonces ya evidentes logros del profesor Yamanaka.

El doctor Yamanaka, como poco después fue relatado en “The New York Times” y recientemente (9 de octubre) recordado en EL COMERCIO, había también decidido, tiempo atrás, un cambio en el enfoque de sus primeras investigaciones. Tuvo lugar con ocasión de una visita a la clínica de fecundación “in vitro” de una de sus amistades. Cuando observó al microscopio uno de los embriones humanos allí almacenados, «de repente se dio cuenta de que apenas había diferencia entre él y el de sus (dos) hijas». Y pensó: «No podemos continuar destruyendo embriones para nuestra-investigación. Tiene que haber otro camino».

Ese otro camino, en muy corto espacio de tiempo, le ha valido el Premio Nobel. Es una demostración palpable de que el progreso científico no sigue un único sendero, por el que se ha de transitar necesariamente; más bien se construye con una red tridimensional: se puede llegar al mismo punto por distintas vías. Si en una encrucijada surgen inconvenientes éticos, se pueden tomar otros derroteros.

El embrión humano no es algo para ser utilizado; es alguien que debe ser respetado y protegido. Todos aquellos que reconocemos que un embrión humano es un ser humano y que no es ético el recurso a células embrionarias humanas, obtenidas mediante manipulación y destrucción de embriones humanos, nos alegrarnos muchísimo con la concesión de este Premio Nobel. Por otra parte, ya desde un punto de vista de ensayos clínicos en marcha, en la competición terapéutica entre células embrionarias y células madre de tejidos adultos, estas últimas ganan por goleada. Como en su día Ignacio Aréchaga escribió en Aceprensa, «en este caso, las objeciones éticás apuntan en la misma dirección que los avances científicos».

Por: Juan Ramón De Los Toyos González
Profesor titular de inmunología de la Universidad de Oviedo
Artículo publicado en El Comercio 21/10/2012

Volver arriba